4.
RESULTADOS
4.1. Análisis de los registros climatológicos
Según DOORENBOS
y PRUITT (1986) el coeficiente de bandeja máximo para el evaporímetro clase A
es 0,85. Para el mes de julio se ocupó
el valor tabulado en literatura (0.8), obteniéndose ya en la primera semana de
agosto tensiones en el suelo con valores inferiores a –60 KPa, a 30 cm para
todos los tratamientos de riego diario y
los tratamientos 5, 6 y 7 de riego dos veces por semana, además del
tratamiento 9 y 11 de riego semanal.
Los potenciales mátricos a 60 y
90 cm, aunque más heterogéneos, también tendían a valores más bajos (< -40
KPa), incluso en tratamientos con un 130% de ETc. Aunque la información sobre
los potenciales mátricos aconsejables para manejar en paltos es aún tema de
discusión, no es recomendable sobrepasar los -50 KPa en suelos con un componente arcilloso importante, ni los -30 Kpa
en los más arenosos (DU PLESSIS, 1991).
La
precipitación aforada del sistema de riego y el coeficiente de uniformidad eran
correctos (1.33 mm/h y 97% respectivamente), por esto se procedió a reajustar
los valores de Kb cada 15 días. Contrariamente a lo tabulado en literatura, los
coeficientes de bandeja resultaron en algunos meses superiores a 1 (Figura 3),
llegando incluso a 1.31, lo que implicaba déficit hídricos de hasta un 64%.
Tales valores de evaporación de bandeja (ETb) inferiores al valor de ETo se
dieron entre el mes de junio y los primeros días de septiembre.
FIGURA 3. Comparación de
la Evapotranspiración potencial según el método de Penman
Monteith y la Bandeja Evaporimétrica Clase A. Período del
15.06.98 al 30.04.00
J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A
Eto Etb
Para el período
del 15 de junio de 1998 al 31 de enero de 1999, el coeficiente de correlación r
de Pearson para las variables Eto Penman-Montetih y Eto de bandeja (FIGURA 3)
fue de 0.908, en una base diaria. Para
los mismos meses pero con datos en una base semanal, el valor r fue de 0.989,
lo que ratifica lo planteado por HOWELL,
(1983); SALGADO, (1985); BOUGHTON, (1987) y VAN ZYL, (1989) de que se producen
errores en la estimación de Eto al considerar la evaporación de bandeja en una
base diaria.
Los valores del
coeficiente de correlación r de Pearson para el período del 1 marzo de 1999 al
31 marzo 2000, para las variables Eto Penman-Montetih y Eto de bandeja, se
muestran en el CUADRO 2; se puede observar que en todos los meses, hay un alto
grado de correlación entre ambos valores. Según se observa en el análisis
mensual de la correlación existente la correlación obtenida permite afirmar que
es posible establecer una relación numérica entre la Evaporación de Referencia
según la ecuación de Penman Monteith y la obtenida de la bandeja
Evaporimétrica.
CUADRO 2. Coeficiente de Correlación r de
Pearson para las variables ET0 Penman Monteith y ET0 Bandeja calculado
mensualmente.
Mes |
Coeficiente R de Pearson |
R2 |
Marzo
1999 |
0,93 |
0,87 |
Abril
1999 |
0,91 |
0,83 |
Mayo
1999 |
0,85 |
0,73 |
Junio
1999 |
0,93 |
0,87 |
Julio
1999 |
0,78 |
0,61 |
Agosto
1999 |
0,87 |
0,75 |
Septiembre
1999 |
0,92 |
0,85 |
Octubre
1999 |
0,90 |
0,81 |
Noviembre
1999 |
0,94 |
0,88 |
Diciembre
1999 |
0,81 |
0,65 |
Enero
2000 |
0,96 |
0,92 |
Febrero
2000 |
0,98 |
0,95 |
Marzo
2000 |
0,92 |
0,84 |
Abril
2000 |
0,87 |
0,75 |
Considerando que existe una correlación positiva entre la Evaporación obtenida de la bandeja Evaporimétrica y la obtenida según Penman Monteith, y analizando los coeficientes de bandeja real obtenidos se puede afirmar que es necesario ajustar los volúmenes de agua con que se riegan actualmente los paltos, ya que se estaría regando con entre un 20 y un 60% menos de agua en los meses de otoño – invierno y entre un 5 y un 20% menos para los meses de verano.
El CUADRO 3 muestra los coeficientes de bandeja teóricos y reales para el período de junio a enero, observándose que las mayores diferencias fueron registradas en invierno, de igual forma que lo observado por BOSMAN (1987).
CUADRO 3. Evolución del coeficiente de bandeja teórico y real durante el ensayo.
MES |
Junio 1998 |
Julio 1998 |
Agosto 1998 |
Septiembre 1998 |
Octubre 1998 |
Noviembre 1998 |
Diciembre 1998 |
Enero 1999 |
Kb teóricoa |
0.80 |
0.80 |
0.80 |
0.70 |
0.70 |
0.70 |
0.70 |
0.70 |
Kb realb |
1.12 |
1.31 |
1.10 |
0.91 |
0.74 |
0.83 |
0.76 |
0.74 |
DesvSt |
0.44 |
0.33 |
0.17 |
0.16 |
0.09 |
0.24 |
0.12 |
0.29 |
Deltac |
-40% |
-64% |
-38% |
-30% |
-6% |
-19% |
-9% |
-6% |
MES |
Febrero 1999 |
Marzo 1999 |
Abril 1999 |
Mayo 1999 |
Junio 1999 |
Julio 1999 |
Agosto 1999 |
Septiembre 1999 |
Kb teóricoa |
0.70 |
0.70 |
0.80 |
0.80 |
0.80 |
0.80 |
0.80 |
0.70 |
Kb realb |
0,79 |
0.80 |
0.89 |
1.04 |
1.04 |
1.14 |
0.97 |
1.00 |
DesvSt |
0,05 |
0.06 |
0.16 |
0.46 |
0.34 |
0.51 |
1.12 |
0.36 |
Deltac |
-13% |
-14% |
-14% |
-30% |
-30% |
-42% |
-21% |
-43% |
MES |
Octubre 1999 |
Noviembre 1999 |
Diciembre 1999 |
Enero 2000 |
Febrero 2000 |
Marzo 2000 |
Abril 2000 |
Kb teóricoa |
0.70 |
0.70 |
0.70 |
0.70 |
0,70 |
0,70 |
0,80 |
Kb realb |
0,85 |
0,80 |
0.79 |
0.75 |
0,80 |
0,85 |
1,02 |
DesvSt |
0,16 |
0,05 |
0,73 |
0,04 |
0,05 |
0,06 |
0,26 |
Delta |
-21% |
-14% |
-13% |
-7% |
-14% |
-21% |
-27% |
a: Coeficiente de bandeja según DOORENBOS y PRUITT, (1986) para las condiciones de instalación de la bandeja del ensayo.
b: Coeficiente de bandeja real, calculado en base a la ecuación de Penman-Monteith.
c: Delta en relación al déficit o superávit de riego resultante.
Los valores del Kb teórico durante los dos años medidos en el ensayo, estuvieron muy por debajo del Kb real, especialmente durante el otoño e invierno, estas épocas son muy importantes en el cultivo del palto, ya que hay una serie de eventos trascendentales para este cultivo, como inducción y diferenciación floral, segunda caída de frutos, crecimiento de los frutos y segundo flush de crecimiento vegetativo entre otros, como se analizará en el capítulo de Coeficientes de Riego del cultivo.
Estos datos, aunque extremos, no son exclusivos del ensayo. HOWELL (1983) observó evaporaciones de bandeja correspondientes a un 91 y 95% de ETo como promedio en los meses de invierno para bandejas sin rejilla protectora. En aquellas con protección durante estos mismos meses los valores fluctuaron entre un 100 y un 120% de ETo, lo que corresponde a Kb de 1 y 1.2 respectivamente.
JAYAWARDENA (1989) observó para los meses de invierno evaporaciones medidas de bandejas evaporimétricas menores a las estimadas. En el resto de los meses éstas fueron iguales o mayores.
Para la región de Bajgah, Irán, coeficientes de bandeja de 1.14, 1.34, 1.55 y 1.37 corregían la evaporación de bandeja a ETo en los meses estivales de mayo, junio, julio y agosto respectivamente (MALEK, 1987).
Los resultados obtenidos en el presente ensayo muestran la necesidad de cambiar los Kb, sin embargo, habría que probar si esto mismo sucede en diferentes situaciones geográficas y climáticas, o si la magnitud de estos resultados es tan grande como lo sucedido en este caso, mientras tanto, sugerimos probar los siguientes Kb, para los meses de:
Enero 0,75
Febrero 0,80
Marzo 0,85
Abril 0,95
Mayo 0,95
Junio 1,10
Julio 1,20
Agosto 1,10
Septiembre 1,00
Octubre 0,80
Noviembre 0,80
Diciembre 0,75
En un primer momento se pensó que la causa del comportamiento disímil del coeficiente de bandeja pudo ser el material (metal monel de 2 mm) y la base de concreto (10 cm) de ésta de la bandeja evaporímetrica, por lo que se decidió confeccionar una de acuerdo con las especificaciones dadas por FAO para Evaporímetros de Bandeja Clase A.
Con respecto a
las diferencias reales de las lecturas entre los dos tipos de bandeja (Figura
4), es posible apreciar en que éstas fueron muy similares entre los meses de
septiembre de 1998 y agosto de 1999, presentando la bandeja tipo invernada,
siempre un 5% más de evporación que la bandeja Clase A. Esto permitió descartar
el tipo de bandeja como una posible fuente de error en la programación de
riegos.
FIGURA 4. Evolución de la evaporación de bandeja (ETb) para
las dos cubetas instaladas.
Sep Oct
Nov Dic Ene Feb Mar Abr May Jun Jul
Ago
ETb Clase A ETb La Invernada
Dado que a inicios del presente ensayo los riegos fueron planificados estrictamente en base a la evapotranspiración potencial dada por la bandeja evaporimétrica y a la ausencia casi total de lluvias, se observó un déficit hídrico generalizado, incluso en los tratamientos de un 130% de ETc. Posteriormente, al ajustar los valores de ETo a los reales, la situación hídrica tendió a ser concordante con los tratamientos, excepto en los meses de fines de otoño e invierno.
Debido a que los resultados referentes al coeficiente de cultivo exigen exactitud en el balance hídrico, es de suma importancia la correcta calibración de los datos aportados por la sonda de neutrones. Al respecto, RAMOS et. al. (1988) determinaron que la sonda de neutrones puede llegar a sobrestimar en promedio un 22% los datos, debido a presumir que el contenido de humedad volumétrico (considerado variable independiente en la regresión) no está sujeto a error.
Además, según el mismo autor hay que considerar el tipo de suelo, que en el caso de este ensayo presentó dos grandes dificultades, ambas relacionadas con el contenido de piedras y gravas presentes a lo largo del perfil, la primera con respecto a la localización del tubo, que debe ser hecha sin disturbar el suelo, algo casi imposible debido a que hubo que sacar piedras por una parte y también al hacer los hoyos debe haber habido un movimiento de ellas dentro del suelo, provocando además, rotura de raíces y la segunda, referida a la cantidad de piedras y gravas, que estimamos como mínimo en un 30% del volumen de suelo.
La presencia de piedras en el suelo es relevante, por cuanto éstas ocupan un volumen en el perfíl, reemplazando con ello suelo y porosidad capaz de almacenar agua. Realizar una curva de calibración exige obtener muestras gravimétricas de humedad para luego transformarlas a una expresión en base a volumen. Obtenido este dato, se establece la correlación lineal con los conteos. El error en la calibración se produce si el suelo tiene un componente importante de piedras, debido a que la muestra de suelo analizado en laboratorio, no contiene partículas mayores a 2 mm que resultan de un proceso de tamizado (SADZAWKAR, 1990).
Así, al transformar el resultado gravimétrico de humedad, w (masa de agua x masa de suelo seco-1), a uno volumétrico, q (volumen de agua x volumen total de la muestra-1), se excluye el volumen de todas aquellas partículas mayores a 2 mm, entre las cuales se encuentran las piedras y rocas.
Luego, tratando de buscar exactitud, y al igual que lo señalado por ELDER y RASMUSSEN (1994) e IRRICROP TECHNOLOGIES (1998), se prefirió realizar una curva propia, debido primero a la cantidad de piedras presentes en el terreno, y segundo, a la imperfección y falta de base científica de la curva aportada por la fábrica, en el sentido del rango de aplicabilidad de ésta bajo nuestras condiciones.
Por lo tanto, es necesario ajustar la curva característica de humedad obtenida para el suelo en estudio, para poder obtener una curva que relacione conteos de neutrones termalizados con la humedad volumétrica real. Así, este valor real queda expresado por la ecuación:
qr = q x Da
x (1-P)
Donde:
qr = Humedad volumétrica real (cc/cc) del suelo.
q = Humedad gravimétrica (gr/gr) del suelo determinada por secado en estufa.
Da = Densidad aparente del suelo (gr/cc).
P = Porcentaje de piedras en base al volumen ocupado en el suelo.
Esta curva, aunque con fundamento
científico, carece de confiabilidad por el bajo número de muestras tomadas
(GRISMER, 1995). Luego, para obtener
mayor exactitud en la calibración se utilizaron los datos de lecturas diarias
de tensiómetros que, a través de la ecuación de Gardner, qm= a q –b, expresan el
contenido de humedad volumétrico. Los valores de a y b se obtuvieron con
anterioridad de una curva característica de humedad realizada para el suelo.
FIGURA 5. Correlación entre 16 pares de muestras gravimétricas de humedad y lecturas de sonda de neutrones.
Tanto el modelo como la pendiente
de la recta son significativos con un a=0.05
Este procedimiento se realizó con todos los tratamientos, obteniéndose una curva que representa la totalidad de los sectores de la experiencia. La correlación obtenida se aprecia en la Figura 6.
FIGURA 6. Correlación entre contenidos de humedad
volumétricos en base a lecturas de tensiómetros y neutrones termalizados.
Tanto el modelo como la pendiente de la recta son significativos con un a=0.05
La curva de
calibración final para el suelo del sector en estudio aplicable al equipo con
el cual fue confeccionada es:
Humedad volumétrica (cc/cc) = 0.0022 x Conteos +
2,0838
El coeficiente de correlación r de Pearson presentó un valor 0.71 y el R2 0.4495, que es muy bajo con respecto a lo esperado.
Finalmente, es necesario recordar que la curva de calibración de fábrica es realizada en tambores con arena con contenido de humedad conocidos. Luego, la aplicabilidad de ésta es para suelos de características similares, sin contenidos importantes de materia orgánica (CPN, 1997b).
De esto se desprende la poca confiabilidad de una curva estándar de fábrica en estudios de balances hídricos, debido a la gran variabilidad de suelos existentes en cualquier país, especialmente en lo que a porcentaje de piedras respecta, más aún, si ésta no especifica las condiciones de suelo en la cual es aplicable.
Para analizar
los resultados de la evolución del contenido de humedad volumétrico a 30, 60 y
90 cm de profundidad, se promediaron las tres mediciones hechas con la sonda en
los distintos tratamientos, como lo muestran las Figuras 7, 8 9 y 10
Jul Ago Sep Oct Nov Dic Ene Feb Mar Abr
1998 1999
Jul Ago
Sep Oct Nov
Dic Ene Feb Mar Abr
May
1998 1999
30 cm 60 cm 90 cm
Jul Ago
Sep Oct Nov
Dic Ene Feb Mar Abr May
1998
1999
Jul Ago
Sep Oct Nov
Dic Ene Feb Mar Abr May
1998 1999
30
cm 60 cm 90 cm
Con respecto a la evolución de los contenidos hídricos en los diferentes tratamientos bajo mediciones de la sonda de neutrones, no es posible evidenciar claramente el efecto de riego sobre la humedad del suelo. Las figuras 7 a 10 muestran su desarrollo a través de una temporada de riego, que va entre julio de 1988 y mayo de 1999.
Tanto los
tratamientos de 90%, 100%, 110% y 130% de ETc de riego, muestran una
disminución del contenido de humedad
volumétrico a 30, 60 y 90 cm de profundidad casi constante desde julio y hasta
el mes de septiembre de 1998. Desde esta fecha al mes de diciembre, la
tendencia parece mantenerse, pero en menor grado en los Tratamientos de 90 y
130% de ETc y a subir levemente en los de 100 y 110%. Luego, entre los meses de diciembre y enero del año siguiente hay
una gran baja en los niveles hídricos en todos los tratamientos y en todas las
profundidades, mostrando sólo los altos y bajos típicos de los agotamientos del
suelo y las posteriores recargas efectuadas con los riegos.
En los meses de
febrero y marzo los resultados muestran una cierta estabilidad, excepto en el
tratamiento del 110% donde hay una declinación de la humedad durante el mes de
marzo. Durante el mes de abril, los tratamientos de 90%, 100% y 110% de ETc de
riego, muestran una fuerte reducción en los contenidos de agua y sólo el
tratamiento de 130% mantiene una mayor humedad. En el mes de mayo,
curiosamente, todos los tratamientos suben sus contenidos hídricos. Estos resultados
y a pesar de todo el esfuerzo hecho en la calibración de la sonda,
desgraciadamente, son poco fiables.
Otra de las
cosas que llama poderosamente la atención, es la relativa similitud que
muestran los tratamientos en los contenidos de humedad volumétricos, ya que los
rangos en que se mueven las mediciones efectuadas a 30 cm de profundidad van en
los tratamientos de 100, 110 y 130% ETc entre 26 y 23, excepto el de 90%, que
está entre 25 y 21. Las mediciones realizadas a 60 y 90 cm de profundidad, para
todos los tratamientos, están entre 25 y 21, considerando que el tratamiento de
130% ETc, tiene un 45% más de agua agregada, con respecto al tratamiento del
90% ETc.
Estos
resultados fueron tan erráticos y tan contradictorios con lo que mostraban los
tensiómetros, lo que estaba sucediendo con las bandejas evaporimétricas
comparadas con el Eto de Penmam Monteith, con los resultados de los
crecimientos de ramillas y lo que se veía en el huerto, que se decidió en el
mes de junio de 1999 detener las mediciones hechas por la Sonda y preparar
mediciones en huertos con suelos que no presentaban pedregosidad y que al mismo
tiempo tuvieran tensiómetros, para ver si efectivamente hay una correlación
entre ellos en las mediciones obtenidas por ambos. También consideramos que se
debiera tener a lo menos 5 repeticiones por tratamiento, ya que este punto
puede ser también parte en el error observado en las mediciones de este ensayo.
Para analizar
los antecedentes entregados por los tensiómetros en los dos años del ensayo, se
promediaron los valores proporcionados por las tres repeticiones de
tensiómetros, de cada uno de los tratamientos y a las profundidades de 30, 60 y
90 cm y que se muestran en las Figuras 11 a 14.
Jul Ago Sep Oct
Nov Dic Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov
Dic Ene Feb Mar Abr May
98 99 00
30
cm
60 cm
90 cm
Jul Ago Sep Oct
Nov Dic Ene
Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct
Nov Dic Ene Feb Mar Abr May
98 99
00
Jul Ago
Sep Oct Nov Dic Ene
Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Ene
Feb Mar Abr May
98 99 00
30
cm
60 cm
90 cm
Jul Ago
Sep Oct Nov Dic Ene
Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct
Nov Dic Ene Feb Mar Abr May
98 99
00
30
cm 60 cm 90 cm
En los inicios del ensayo en el primer
año, junio fue un mes de ajuste para la condición hídrica del suelo y de la
planta, pues antes del inicio de la experiencia, a fines de ese mes se aplicó
un riego de estabilización que dejó a todos los tratamientos con a lo menos -20
KPa a 30, 60 y 90 cm de profundidad. Los comportamientos inmediatamente
posteriores de algunos de los tratamientos pueden deberse a este período de
ajuste, que involucra a la planta, tanto en su sistema radicular, como aéreo.
El
Tratamiento de 90% de ETc (FIGURA 11), tiene un comportamiento totalmente
distinto el primer año (1998 – 1999) y el segundo año (1999 – 2000). En el
primer año, la primera semana de julio, los tensiómetros ubicados a las tres profundidades 30, 60 y 90 cm marcaban
al inicio de la obtención de datos del ensayo, entre -18 y -38 KPa, rangos que están dentro de lo considerado como
normal para este tipo de suelos, donde se consideró que niveles entre -10 y -50
KPa, permiten un buen desarrollo y producción de los paltos.
Los
tensiómetros ubicados a 30 cm, ya un mes después – durante el mes de agosto y
estando en pleno invierno – superaron rápidamente los 50 cb, rango del cual
nunca más volvieron a niveles normales, sino hasta las lluvias del invierno
siguiente. Los tensiómetros de 60 y 90 cm, también subieron velozmente a
lecturas sobre los 60 cb durante el mes de agosto, bajando con los riegos de
octubre a niveles normales, para volver a subir a niveles muy altos, sobre los
50 cb hasta el mes de junio, donde todos bajan con las lluvias invernales.
Esto demuestra
que el riego con 90% ETc, fue absolutamente deficitario durante el primer año.
Hay que considerar que en la época de primavera – verano, están los eventos
fenológicos más importantes del palto, como son floración, cuaja, primera caída
de frutitos, primer flush de crecimiento vegetativo, todos los cuales vieron a
ser afectados en mayor o menor medida a este estrés hídrico.
Durante el
segundo año, se esperaba un comportamiento similar al primero, sin embargo, los
resultados que mostraron los tensiómetros fueron diametralmente opuestos, ya
que después de las lluvias de invierno y durante el mes de junio de 1999, los
tensiómetros de 30, 60 y 90 cm, caen a los rangos de 10 a 50 cb, donde se
mantienen hasta el mes de marzo del 2000. Durante este mes comienzan a subir
nuevamente a niveles muy altos (sobre 80 cb), este comportamiento aparentemente
errático, se debe a lo ya analizado con respecto al Kb de la bandeja y
posiblemente a que se está regando en forma
deficitaria durante esta época, como se analizará más adelante.
Este disímil
comportamiento entre ambos períodos del ensayo, se debe principalmente a que
los paltos cuando sufren estrés de agua, crecen vegetativamente menos – como se
analizará en el capítulo referente a crecimiento vegetativo y perímetro de
troncos – eliminan una cierta cantidad de hojas y éstas son además, de tamaño
más pequeño y posiblemente hay una poda y reacomodo de la cantidad de raíces
presentes en los árboles, todos mecanismos de defensa de estas plantas, ante
posibles sequías.
Hay que
considerar además que en la primavera de 1999 este huerto tuvo una
abundantísima floración, producto de un marcado añerismo en estos paltos, que
dio como resultado una gran cuaja de frutitos. Esta alta floración que se
tradujo posteriormente en una abundante producción, redujo fuertemente el
crecimiento vegetativo de los árboles bajo este tratamiento del 90% de ETc, por
competencia con el reproductivo.
Además, esta
gran cantidad de frutos cuajados, necesitaban de cuantiosos recursos hídricos
para su desarrollo, lo mismo pasaba con el crecimiento vegetativo, por lo tanto
ambos estaban en una gran competencia por los mismos recursos de agua, el
resultado fue un crecimiento de frutos menor a simple vista, con muchos de
ellos presentando calibres muy pequeños, amarillentos al llegarles el sol
directamente por la falta de protección que debía darle el follaje, que tampoco
existía y con un anillo en el pedúnculo del fruto (“ring neck”), que está
relacionado con períodos de estrés hídrico durante el desarrollo del fruto
(WHILEY et. al., 1996).
Lamentablemente, los resultados de producción y calibre de los frutos serán
analizados posteriormente a la entrega de este informe.
El Tratamiento
2, que correspondía a riegos con 100% ETc, mostró un comportamiento similar,
aunque no tan agudo como el anterior, pero, sin lugar a dudas, durante el
primer año tuvo un severo estrés hídrico, como lo muetra el tensiómetro de 30
cm de profundidad en la FIGURA 12. Sólo los tensiómetros ubicados a 60 y 90 cm
de profundidad, logran estar entre los rangos propuestos durante el mes de
octubre, época en que el huerto se podó, eliminándoles entre el 30 y el 50% del
follaje. Posteriormente, ambos vuelven a subir del rango de 50 cb y sólo el
tensiómetro de 90 cm, vuelve a bajar por un corto tiempo a fines del mes de
diciembre de 1998, subiendo sobre 50 cb en desde el mes de enero de 1999 y
hasta el invierno del mismo año.
Igualmente al
caso anterior, sólo las lluvias de invierno de 1999, logran bajar todos los
tensiómetros bajo los 50 cb. En este tratamiento, también los crecimientos
vegetativos del año 1999 y 2000, son escasos, tal como se comprueba en el
capítulo correspondiente. La apariencia general de las plantas, después de dos
años de ensayo, es de un mejor crecimiento en vigor, color y tamaño de hojas
comparativamente con el Tratamiento de 90%, pero inferior a los tratamientos de
110 y 130% de ETc.
El Tratamiento
3, con 110% de Etc (FIGURA 13), muestra un comportamiento totalmente distinto a
los anteriores, ya que si bien, al comienzo del tratamiento – durante el mes de
julio de 1998 – tiene una pequeña alza en sus tensiones, alcanzando los
tensiómetros de 30 y 60 cm de profundidad los 60 cb, luego durante la primavera
y el verano se mantienen dentro del rango normal, condición que se mantendrá en
el segundo año del ensayo.
Sólo en los
meses de otoño e invierno nuevamente los tensiómetros se escapan de los niveles
adecuados, condición que está dada por una parte, por la diferencia ya
analizada de la comparación del ETo de la bandeja evaporimétrica con el Eto de
Penmam Monthei de la Estación Metreológica y por otra por el Kc dado a este
cultivo para los meses invernales.
El Tratamiento
4, con 130% de ETc (FIGURA 14), tiene un comportamiento similar al anterior, o
sea, sus tensiómetros tanto el primer como el segundo año del ensayo, se
mantienen dentro de los rangos de 10 y 50 cb. Solamente durante el mes de marzo
de 1999, los tensiómetros de 30 y 60 cm, suben sobre los 50 cb, algo que se
repetirá con los tensiómetros a las tres profundidades en los meses de mayo y
en junio, hasta la llegada de las lluvias, donde bajan a niveles de 10 cb.
Luego el tensiómetro de 30 cm de profundidad tiene algunas alzas esporádicas
durante los meses de julio y septiembre, el resto de la temporada se mantiene
dentro de los límites.
Según
CANTUARIAS (1995), el palto sin limitaciones en el suministro hídrico y con una
canopia bien desarrollada, puede aumentar su transpiración a niveles superiores
a la evaporación potencial. Esta capacidad de aumentar el coeficiente de
cultivo sobre 1, es una respuesta interesante que necesita mayores
estudios.
Nuevamente, en
el mes de marzo y abril del año 2000, vuelven a tener un alza constante,
posiblemente hasta la llegada de las lluvias. Este fenómeno como se esbozó en
el análisis del tratamiento 3, tiene sus causas en el Kb asignado a las
bandejas evaporimétricas para esa época y también al bajo Kc dado para esta
especie en los meses de otoño e invierno. Este Kc será analizado más adelante,
pero es muy importante tener en cuenta que durante los meses de otoño e
invierno hay una serie de eventos que están sucediendo en los paltos y que a
continuación se describen:
· Durante el mes de marzo y abril, las frutas están en pleno crecimiento, diámetro que quedará determinado – por las temperaturas reinantes – en gran medida en el mes de mayo, una falta de riego en esa época, traerá como consecuencia un menor tamaño de frutos para la exportación – que ocurre desde fines del invierno y durante la primavera – ya que durante el invierno, el crecimiento de los frutos es prácticamente nulo.
· A fines del mes de marzo, durante el mes de abril y a comienzos de mayo, ocurre la segunda caída de frutas, que puede ser minimizada si en esa época no hay déficit de agua, subiendo con ello, los rendimientos de las plantas.
· Parte importante de la inducción floral está ocurriendo en la época de déficit de agua, ya que ésta tiene lugar a fines del verano y durante el otoño. Falta de agua en esta época previene o disminuye el crecimiento vegetativo, pero no induce floración en esta especie, por lo tanto, sólo nos quedaremos con brotes más débiles.
· Así mismo, la diferenciación floral, ocurre justo durante el otoño e invierno. Si en esta época hay déficit hídrico, posiblemente la conformación de las flores será menor, con óvulos y polen más débiles y de menor viabilidad, a no ser que el invierno llegue temprano y sea lluvioso.
· El segundo ciclo de crecimiento vegetativo de los paltos comienza en marzo y finaliza a fines de mayo – comienzos de junio, cualquier deficiencia de agua significará un menor crecimiento de brotes y por ende menor floración.
· Gran parte del follaje de los paltos proviene de la brotación de primavera, o sea, estas hojas en el otoño ya tienen varios meses de vida; en zonas con alta salinidad en el agua de riego, como los valles regados por el Maipo y el Mapocho (Mallarauco, Naltagua, Curacaví y otros), al tener acumulaciones de sales en el follaje provocadas no sólo por la salinidad del agua, sino que además, por estrés en el riego, darán lugar al colapso de gran parte de la lámina de la hoja e incluso habrá caída de follaje, principalmente en años con mayores concentraciones de sales en las aguas de riego. Esto trae como consecuencia una baja diferenciación de yemas florales y por lo tanto, una baja a nula floración, según el daño provocado por este estrés.
De allí la
importancia de este ensayo, donde uno de los objetivos propuestos es el de
encontrar un adecuado Kc para todos los meses del cultivo de esta especie.
La FIGURA 15,
muestra la similitud de temperaturas de suelo en todos los tratamientos, no
habiendo prácticamente ninguna diferencia entre ellos. Durante el primer
invierno (1998), las temperaturas más bajas se registraron en la 2ª semana de
agosto y correspondió a 7,7ºC; en el segundo invierno (1999), la temperatura
fue un poco mayor, llegando a 8,3ºC y se registró en la 1ª semana de julio.
Por otra parte
las mayores temperaturas de verano, se registraron en ambas temporadas (1999 y
2000), en la cuarta semana de febrero y fueron de 19,2 y 18,3ºC
respectivamente. Es importante considerar que las mayores tasas de crecimiento
radicular se obtienen entre los 18 y los 23ºC según WHILEY et al., (1986),
temperaturas a las cuales sólo alcanzamos en su límite inferior y por un corto
plazo.
Otro punto
importante se observa con respecto al calentamiento y al enfriamiento del
suelo, ya que con temperaturas mayores a 13ºC comienza el crecimiento radicular
en esta especie. Esto significa que en la primavera esta posibilidad de
crecimiento comienza muy tarde, ya que tanto en la primavera de 1998 y la de
1999, los 13ºC se superaron en forma persistente a partir de la 2ª y 3ª semana
de octubre respectivamente, sin embargo, se enfría con mucho mayor lentitud y
este descenso se produce muy tarde en el otoño, ya que en el año medido ocurrió
entre la 3ª y 4ª semana de mayo.
Por lo tanto,
el crecimiento radicular, tal como lo demuestran HERNANDEZ (1991) Y TAPIA
(1993), comienza muy tarde en primavera y declina también muy tardíamente en el
otoño (comienzos del mes de Junio). Esto es tremendamente importante, según lo
analizado en el capítulo anterior, donde las cantidades de agua que se están
aportando en esta especie en otoño, son muy bajas y por lo tanto, es otra
muestra del por qué correspondería subir el Kc de estos meses otoñales.
Es
importante destacar, que las temperaturas al inicio de la temporada, son
extremadamente bajas, tomando en consideración los rangos óptimos. Temperaturas
similares medidas a 15 cm en Quillota fueron presentadas por DUCO (1996), con
promedios mensuales de dos años de 9°C en julio y 17.7°C en enero, lo que
sugiere que bajo esas condiciones de cultivo, la temperatura de suelo puede
estar constituyendo un factor limitante.
En contraste, en Israel por ejemplo, a inicios de temporada, las
temperaturas bordean los 18°C, alcanzando un máximo de 25°C en los meses de
verano (CATUARIAS, 1995).
J J
A S O N D
E F M A M
J J A S O
N D E F M A 1998 1999 2000
90% 100% 110% 130%
La primera producción de frutas,
se cosechó 3 a 4 meses después de haber comenzado el ensayo y que corresponde a
la segunda quincena de septiembre. Estos 3 a 4 meses pertenecen al período de
invierno, que difícilmente pueden haber tenido algún efecto en los volúmenes y
calibres de la fruta cosechada. Esta primera producción muestra una gran
similitud en las parcelas y en los promedios cosechados por parcela como lo
muestra el CUADRO 4, esto permite sostener que las parcelas del ensayo eran muy
similares antes de efectuar los tratamientos de riego.
CUADRO
4: Producción de
Fruta, en los 12 sectores sometidos a ensayo
|
Sector 1 |
Sector 2 |
Sector 3 |
Sector 4 |
Sector 5 |
Sector 6 |
Sector 7 |
Sector 8 |
Sector 9 |
Sector 10 |
Sector 11 |
Sector 12 |
|
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Kilos |
Arbol 1 |
103,50 |
126,50 |
126,50 |
97,75 |
138,00 |
120,75 |
103,50 |
92,00 |
103,50 |
138,00 |
164,68 |
132,25 |
Arbol 2 |
115,00 |
122,59 |
120,75 |
109,25 |
115,00 |
69,00 |
63,25 |
97,75 |
117,87 |
161,00 |
142,60 |
92,00 |
Arbol 3 |
115,00 |
184,00 |
207,00 |
69,00 |
166,75 |
132,25 |
161,00 |
109,25 |
126,50 |
120,75 |
172,50 |
143,75 |
Arbol 4 |
103,50 |
166,75 |
161,00 |
23,00 |
132,25 |
92,00 |
92,00 |
115,00 |
149,50 |
161,00 |
115,00 |
126,50 |
Arbol 5 |
126,50 |
109,25 |
132,25 |
189,75 |
126,50 |
34,50 |
155,25 |
161,00 |
161,00 |
92,00 |
132,25 |
97,75 |
Arbol 6 |
126,50 |
120,75 |
80,50 |
143,75 |
166,75 |
155,25 |
115,00 |
184,00 |
57,50 |
161,00 |
132,25 |
92,00 |
Arbol 7 |
143,75 |
126,50 |
97,75 |
92,00 |
161,00 |
92,00 |
80,50 |
172,50 |
184,00 |
115,00 |
69,00 |
109,25 |
Arbol 8 |
126,50 |
92,00 |
122,59 |
120,75 |
115,00 |
122,59 |
115,00 |
103,50 |
115,00 |
138,00 |
172,50 |
155,25 |
Arbol 9 |
92,00 |
51,75 |
138,00 |
115,00 |
149,50 |
138,00 |
103,50 |
126,50 |
92,00 |
115,00 |
166,75 |
69,00 |
Arbol 10 |
132,25 |
138,00 |
126,50 |
195,50 |
69,00 |
143,75 |
57,50 |
103,50 |
103,50 |
138,00 |
126,50 |
207,00 |
Arbol 11 |
143,75 |
138,00 |
28,75 |
143,75 |
34,50 |
120,75 |
74,75 |
115,00 |
115,00 |
161,00 |
138,00 |
143,75 |
Arbol 12 |
92,00 |
92,00 |
143,75 |
103,50 |
161,00 |
115,00 |
2,88 |
126,50 |
138,00 |
253,00 |
138,00 |
80,50 |
Arbol 13 |
120,75 |
138,00 |
115,00 |
115,00 |
120,75 |
138,00 |
109,25 |
155,25 |
69,00 |
161,00 |
126,50 |
103,50 |
Arbol 14 |
115,00 |
138,00 |
74,75 |
138,00 |
80,50 |
142,60 |
161,00 |
138,00 |
92,00 |
92,00 |
28,75 |
126,50 |
Arbol 15 |
132,25 |
109,25 |
92,00 |
97,75 |
161,00 |
86,25 |
92,00 |
92,00 |
109,25 |
184,00 |
51,75 |
132,25 |
Arbol 16 |
132,25 |
103,50 |
69,00 |
23,00 |
143,75 |
120,75 |
186,87 |
126,50 |
120,75 |
63,25 |
120,75 |
155,25 |
Total K. |
1920,5 |
1956,8 |
1836,1 |
1776,8 |
2041,3 |
1823,4 |
1673,3 |
2018,3 |
1854,4 |
2254,0 |
1997,8 |
1966,5 |
X/árbol |
117,44 |
118,31 |
112,31 |
116,19 |
129,19 |
115,31 |
108,53 |
124,12 |
114,56 |
141,56 |
121,75 |
122,94 |
Cuadro
5. Distribución
de Calibres por Sector
|
|
|
|
|
|
|
|
|||||
Calibre |
Sector 1 |
|
Sector 2 |
|
Sector 3 |
|
Sector 4 |
|
Sector 5 |
|
Sector 6 |
|
|
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
32 |
0 |
0 |
0,95 |
0,05 |
3,81 |
0,23 |
3 |
0,15 |
0 |
0 |
2 |
0,13 |
36 |
3 |
0,18 |
2 |
0,12 |
0 |
0,00 |
12 |
0,65 |
2 |
0,09 |
8 |
0,42 |
40 |
78 |
4,14 |
86 |
4,60 |
85 |
5,02 |
162 |
8,89 |
81 |
4,01 |
65 |
3,56 |
50 |
722 |
38,40 |
774 |
41,40 |
767 |
45,30 |
887 |
48,70 |
790 |
39,10 |
671 |
36,73 |
60 |
525 |
27,90 |
498 |
26,60 |
397 |
23,50 |
415 |
22,80 |
564 |
27,90 |
540 |
29,56 |
70 |
326 |
17,30 |
303 |
16,20 |
273 |
16,10 |
207 |
11,40 |
329 |
16,30 |
323 |
17,68 |
Precal |
228 |
12,10 |
206 |
11,00 |
167 |
9,87 |
136 |
7,470 |
255 |
12,60 |
218 |
11,93 |
Sobreca |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
Kilos Tt |
1.882 |
100 |
1.870 |
100 |
1.693 |
100 |
1.822 |
100 |
2.021 |
100 |
1.827 |
100 |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Calibre |
Sector 7 |
|
Sector 8 |
|
Sector 9 |
|
Sector 10 |
|
Sector 11 |
Sector 12 |
||
|
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
Kilos |
% |
32 |
1 |
0,03 |
1 |
0,06 |
1 |
0,07 |
0 |
0 |
2 |
0,12 |
1 |
0,04 |
36 |
7 |
0,43 |
4 |
0,25 |
2 |
0,12 |
18 |
0,83 |
3 |
0,18 |
3 |
0,16 |
40 |
95 |
5,52 |
115 |
5,85 |
78 |
4,30 |
126 |
5,62 |
118 |
6,17 |
103 |
5,23 |
50 |
802 |
46,60 |
869 |
44,20 |
608 |
33,50 |
1.123 |
50,10 |
831 |
43,30 |
786 |
39,94 |
60 |
462 |
26,80 |
526 |
26,80 |
490 |
27,00 |
576 |
25,70 |
536 |
27,90 |
537 |
27,29 |
70 |
240 |
14,00 |
280 |
14,20 |
365 |
20,10 |
258 |
11,50 |
253 |
13,20 |
315 |
16,01 |
Precal |
114 |
6,62 |
170 |
8,65 |
270 |
14,90 |
140 |
6,25 |
176 |
9,19 |
223 |
11,33 |
Sobreca |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
Kilos Tt |
1.721 |
100 |
1.966 |
100 |
1.814 |
100 |
2.242 |
100 |
1.921 |
100 |
1.968 |
100 |
El calibre que predomina en todos
los sectores es el 50 (CUADRO 5), que
va entre los 199 y 261 g de peso, seguido por el 60, que está entre los
169 y 198 g y luego el 70, con pesos entre los 138 y 168 g, calibres muy buenos
si se piensa en una producción de 33.255 kilos/ha, que indica el buen estado
inicial de los árboles. Entre estos tres calibres está el 80% o más de la
fruta, para cada uno de los sectores.
La cosecha en el año 1999, fue muy pobre,
debido a los problemas de alternancia en la producción como se dijo
anteriormente. A continuación en el CUADRO 6, se encuentran las producciones de
los dos años medidos y la cantidad producida en el año 1999.
Cuadro
6. Producción de
frutas por Tratamiento y por año
Tratamiento |
1998 |
1999 |
Total |
T1 – 90% ETc |
5.717 |
37 |
5.754 |
T2 – 100% ETc |
5.939 |
118 |
6.057 |
T3 – 110% ETc |
5.335 |
305 |
5.640 |
T4 – 130% ETc |
5.756 |
136 |
5.892 |
Como la cosecha de la temporada 1999 fue tan
baja, es muy importante el resultado del rendimiento que se alcance en el año
2000, ya que sólo las cosechas de los años 1999 y 2000 corresponderán a
recolecciones realizadas bajo los tratamientos de riego diferenciado. Además
este resultado es esencial para determinar los Coeficientes del Cultivo del
Palto, ya que hasta el momento sólo contamos con resultados de mediciones de
ramillas y perímetro de troncos en la parte vegetativa y con los análisis de
mediciones de humedad, siendo que, en definitiva el más importante y
determinante, es el resultado de la cosecha que se obtenga en estos
tratamientos.
4.5. Análisis del crecimiento
vegetativo
Al analizar el crecimiento vegetativo en las
diferentes épocas de medición, se puede observar que si bien en el primer
período de crecimiento vegetativo, que corresponde al crecimiento de la
primavera de 1998 (desde septiembre a comienzos de diciembre), no hay
diferencias significativas, a pesar que el tensiómetro de 30 cm del Tratamiento
de 90% ETc, permanece en esta época sobre 70 cb, sin embargo los tensiómetros
de 60 y 90 cm de profundidad están en esa época dentro de los rangos normales.
Esto no es de extrañar, debido a que inmediatamente
una vez terminada la cosecha (realizada durante el mes de septiembre), se
procedió a una fuerte poda de los árboles, eliminándoles entre un tercio y la
mitad del follaje, esto unido a la escasísima floración que presentaron los
paltos durante esa primavera, facilitó el crecimiento vegetativo y posiblemente
los árboles de este Tratamiento, lograron suplir la falta de agua de la primera
estrata del suelo, con los buenos abastecimientos a 60 y 90 cm de profundidad.
Lo mismo sucedió con el Tratamiento de 100% de ETc,
aunque en este caso, también el tensiómetro de 30 cm de profundidad, alcanza a
estar dentro de los niveles normales, aunque por un escaso tiempo. Los
Tratamientos de 110 y 130% de ETc, estuvieron bien abastecidos de agua, no
presentando problemas con el crecimiento vegetativo, como lo muestra el CUADRO
7.
Cuadro 7. Crecimiento final de ramillas (en cm) en las 4
etapas de desarrollo de los árboles bajo los Tratamientos de 90, 100, 110 y
130% ETc.
Tratamiento |
Crecimiento Primavera 1998 |
Crecimiento Otoño 1999 |
Crecimiento Primavera 1999 |
Crecimiento Otoño 2000 |
T1
: 90% |
13,81
a |
13,40
a |
8,00
a |
5,52
a |
T2
: 100% |
15,07
a |
14,62
a |
9,83
b |
6,75
a |
T3
: 110% |
14,82
a |
17,44
b |
12,15
c |
13,37
b |
T4
: 130% |
13,52
a |
19,08
b |
17,42
d |
15,45
c |
Intervalos múltiples de Duncan 0,05%
Los crecimientos de otoño de 1999, comienzan a mostrar
las diferencias en el desarrollo de los árboles, algo que se mantendrá hasta el
final de las mediciones efectuadas en el otoño del año 2000. Los crecimientos
de otoño son muy importantes cuando en un año no hay producción, pues estos
crecimientos además de aportar una gran cantidad de flores en la primavera
siguiente, es el soporte fotosintético de los nuevos brotes y de los nuevos
frutos; esto fue lo que sucedió con la primavera de 1999, que vino con una gran
floración, hubo una gran cuaja y los crecimientos de esa primavera en los
tratamientos más estresados quedaron pequeños, esto tuvo un doble efecto
negativo para las frutas presentes en los árboles, pues se ajustaron a frutos
de calibres más chicos y parte de ellos tomaron una coloración amarillenta,
producida por la acción directa del sol sobre la piel de estos frutos.
Posiblemente esto se verá reflejado en los resultados
que arroje la próxima cosecha, ya que a simple vista entre los tratamientos de
90% y los de 110 o 130% de ETc se aprecia una gran diferencia en los calibres
de las frutas. Por otra parte, los únicos brotes que visualmente traen algunas
yemas terminales coronadas con flores para la primavera del año 2000, son los
tratamientos de 130% y en menor escala los de 110%. Esto puede significar un
menor índice de añerismo, o sea, es posible que alguno de estos tratamientos
rompan en parte la alternancia actual de su producción.
4.6. Análisis
de los perímetros de troncos
Al inicio del ensayo se midieron los perímetros de los troncos de todos los árboles en ensayo, a 5 cm sobre el injerto de los árboles. Durante el otoño de 2000, se volvió a realizar la medición, obteniéndose los resultados que se muestran en el CUADRO 8.
Cuadro 8. Perímetros de Troncos
Tratamiento |
Año 1998 (cm) |
Año 2000 (cm) |
Diferencia (cm 1998) |
Diferencia (% 1998) |
90% ETc |
72,02 a |
77,89 |
5,90 a |
8,19 a |
100% ETc |
75,67 a |
85,03 |
9,36 b |
12,37 b |
110% ETc |
73,79 a |
85,73 |
11,95 c |
16,19 c |
130% ETc |
73,34 a |
84,86 |
11,85 c |
16,16 c |
Duncan 0,05
Es importante señalar, que se midió la totalidad de los árboles (192) en ambas oportunidades y que la primera medición, efectuada al inicio del ensayo, muestra que todos los sectores tenían la misma uniformidad de troncos, pero, no podemos olvidarnos que el portainjerto de estos árboles provienen de semillas de la variedad Mexícola y que al ser de semilla serán muy hetereogéneos, lo importante es que esta desuniformidad sea pareja para todos los tratamientos.
Al cabo de dos años, hay diferencias estadísticas entre los tratamientos, es así que el tratamiento de 90% de ETc muestra los valores más bajos en el crecimiento del perímetro, sea medido en cm de diferencia entre ambos períodos o como un % de diferencia con respecto al año 1998. El Tratamiento de 100% es intermedio, siendo los mejores y estadísticamente distintos a los anteriores, los tratamientos de 110 y 130% de ETc que a la vez son iguales entre si.
4.7. Análisis del coeficiente de cultivo
Uno de los puntos más
importantes a establecer, para llegar al Coeficiente del Cultivo es determinar
la Eficiencia del Riego, éste está dado por una serie de factores como:
·
El Coeficiente de Uniformidad, que en este caso fue
superior a un 95%, por las mediciones hechas en la precipitación de los
microaspersores.
·
El Escurrimiento Superficial, que con una precipitación del sistema de
1.33 mm/hora en el suelo franco-arcillo-arenoso fue considerado nulo.
Eficiencias de aplicación mayores a un 70% son adjudicables al sistema de riego por microaspersión (MOYA, 1994). Eficiencias menores estarían explicadas con el reiterado aumento de los Kc detectados por la sonda a valores fuera de lo normal después de un riego, lo que significa en definitiva percolación.
Según RADERSMA (1996), la evaporación de agua del suelo es menor al 5% del total de evapotranspiración para cultivos con índice de área foliar superiores o iguales a 4. Es común que muchos cultivos maduros tengan índices cercanos a 8, dependiendo de las condiciones de cultivo y densidad de plantación (SALISBURY y ROSS, 1990). Luego, hay que considerar que los árboles son adultos y que la copa sombrea durante casi la totalidad del día gran parte del área asignada por árbol. Además, el suelo se encuentra cubierto por una capa constante de hojas o “mulch”, que genera un 100% de sombra adicional al suelo, reduciendo la influencia del poder evaporatívo de la atmósfera sobre este, disminuyendo considerablemente las pérdidas de agua por tal efecto en el suelo (BONSU, 1997).
·
El punto más complicado es determinar la percolación de agua en
profundidad. Según lo detectado por la Sonda, es posible asegurar que hubo
drenaje fuera de la zona radicular en todos los tratamientos en algún período a
lo largo de la investigación, en aquellos que fueron regados una vez por
semana, durante el primer año. Estos resultados son contradictorios con
aquellos obtenidos por LAHAV y KALMAR (1976), quienes no tuvieron drenaje,
incluso con frecuencia de riego de 28 días y evapotranspiraciones superiores al
sector en estudio. Posiblemente, las diferentes características del suelo
pueden haber determinado tal comportamiento.
Mientras no se determine efectivamente las épocas y las cantidades de agua drenadas, podemos decir que la eficiencia de riego, bajo las condiciones del ensayo, estuvieron alrededor del 80%.
Por otra parte, los coeficientes de cultivo en los
tratamientos de 90% y 100% ETc tuvieron una seria restricción hídrica durante la
primera temporada del cultivo, según lo mostraron las mediciones efectuadas por
los tensiómetros. Además si consideramos los valores de crecimiento vegetativo
y los crecimientos en el perímetro de los troncos, los peores resultados se
obtuvieron con estos tratamientos. Por lo tanto, el Kc del palto, bajo las
condiciones del ensayo, se acerca mucho más a los Tratamientos de 110 o 130% de
ETc.
Siempre hubo mucho temor de tener excesos de agua,
especialmente en las épocas de otoño e invierno, debido a que el suelo podría
estar cercano a capacidad de campo, a causa de los riegos efectuados en esa
época y considerando además las lluvias de otoño e invierno. Los árboles bajo
esta condición de excesos de agua podrían sucumbir al ataque del hongo Phytophthora cinnamomi, que causa la
Tristeza del Palto, esto hizo que los riegos de esta época fueran muy
conservadores y en definitiva insuficientes. Los ataques de este hongo en la
zona que se cultiva comercialmente el palto en Chile, son mucho menores si los
comparamos con lo visto en otras zonas como, SudAfrica, California o Australia,
posiblemente por la gran cantidad de cobre que contienen nuestros suelos y
aguas de riego, que hacen que el suelo sea depresivo para este hongo. Por lo
tanto no habría que temer el dar más cantidades de agua en estas épocas tan
importantes para el cultivo de esta especie.
Al analizar lo sucedido con los tensiómetros en todos
los tratamientos en otoño e invierno, donde subieron sobre los rangos
adecuados, queda claro que posiblemente el Kc de esa época, puede ser similar a
los otros meses de mayor demanda de agua por el cultivo y por lo tanto,
necesariamente habría que subirlo.
No obstante lo analizado en los párrafos anteriores,
falta un análisis esencial para poder determinar cual o cuales de los
tratamientos en estudio fueron los mejores y éste es el análisis de la fruta.
Una vez se tengan las cantidades de frutas cosechadas por árbol y el calibre
que tengan estas frutas, en 3 a 4 meses más, se podrá determinar con mayor
exactitud los mejores valores del Kc, para el palto en la zona en estudio.
Mientras tanto, proponemos los siguientes valores:
Mes Kc base del estudio Kc actualmente en uso Kc propuesto
Enero 0,65 0,72 0,72-0,75
Febrero 0,60 0,65 0,72-0,75
Marzo 0,55 0,58 0,72-0,75
Abril 0,55 0,58 0,72
Mayo 0,50 0,58 0,72
Junio 0,45 0,52 0,72
Julio 0,40 0,52 0,72
Agosto 0,50 0,52 0,72
Septiembre 0,55 0,58 0,72
Octubre 0,55 0,58 0,72
Noviembre 0,55 0,65 0,72-0,75
Diciembre 0,65 0,72 0,72-0,75
Las opiniones sobre las demandas de riego de paltos,
han generado sugerencias divergentes tanto en el extranjero como en el propio
país. Estas diferencias se producen a partir de la interacción entre la demanda
evaporativa, el sistema edáfico y las precipitaciones.
La evapotranspiración potencial real según la ecuación
de Penman-Monteith para el período entre mayo de 1998 y abril de 1999 fue de
1.145,59 mm. Los riegos registrados, en el mismo período para los tratamientos
fueron de 7.320, 8.138, 8.952 y 10.630
m³/ha, para un 90, 100, 110 y 130% de ETc. En la temporada siguiente, la
evapotranspiración potencial real, entre mayo de 1999 y abril de 2000 fue de
1.103,74 mm. Los riegos resultantes para los tratamientos fueron de 7.135,
7.928, 8.721 y 10.352 m³/ha, para los mismos tratamientos. No hay grandes
diferencias entre ambas temporadas de riego.
Si el Kc a usar fuese de 110% o 130%, los volúmenes de
riego irían entre 8.700 y 10.600 m³/ha/año. Estos valores aunque en cierta
medida elevados para los registros de riego de la zona, deben entenderse como
requerimientos reales del cultivo. Si se comparan estas cífras a las
necesidades anuales de otros frutales, se aprecia que estos no son excesivos.
Por ejemplo, para frutales de frutales de hoja persistente como los cítricos
con 900 a 1200 mm, olivo con 600 a 800 mm (DOORENBOS y KASSAM, 1986), Guayabo
1080 mm, Litchi con 1200 a 1700 mm (SUDZUKI, 1996), o frutales de hoja caduca como
la vid con requerimientos de 500 a 1200 mm (DOORENBOS y KASSAM, 1986),
duraznero con 900 mm, almendro en el área mediterránea con 650 mm o en
California con 1100 mm (RUIZ-SANCHEZ y GIRONA, 1995). Además, estos valores
coinciden con aquellos propuesto y utilizados en paltos por MEYER et al., (1990) y FRANCIS (1997) para California.
Sin embargo, esta propuesta debe validar tales
coeficientes en varios años de registros, siendo por el momento solamente el
planteamiento de un caso.
Ambas proposiciones no consideran la precipitación
caída durante los meses invernales del ensayo. Ésta alcanzó a 106 mm en el
período de mayo a diciembre de 1998, pluviometría excesivamente baja y anormal
para el tiempo medido. Tan sólo 18 mm cayeron en forma fraccionada en el período
de riego diferenciado, por lo que no fue posible determinar el ahorro de agua.
Para el período siguiente, la precipitación fue de 283,8 mm, entre marzo y
octubre de 1999, también baja para el promedio que registra la zona de Quillota
y que alcanza a la cantidad de 436 mm.
Al establecer el requerimiento hídrico para un
cultivo, es de suma importancia considerar las precipitaciones, en especial
cuando los comportamientos no periódicos del sistema integrado oceáno-atmósfera
del Pacífico tropical, conocido como la Oscilación del Sur, y en el caso
chileno, junto a los fenómenos asociados, El Niño y La Niña, afectan los
balances hidrológicos (ACEITUNO, 1998). Al comparar la condición pluviométrica
del año 1997 y 1998 se aprecia claramente la magnitud de tales fenómenos
climáticos.
Según CALABRESE (1992) las necesidades de agua para
paltos a lo largo del año pueden estimarse en alrededor de los 10.000 a 12.000
m³/ha. Conociendo entonces los aportes naturales de agua se pueden calcular por
diferencia el volumen necesario para el riego. Es así como en Egipto, el
volumen de riego necesario es de 12.000 m³/ha/año, pues prácticamente no
presenta lluvias aprovechables. En California, árboles de 6 años de edad
requerían un riego de 8.280 m³/ha/año, sumado a 2.700 m³/ha/año de
pluviometría, totalizando 10.980 m³/ha/año (GUSTAFSON et. al.
(1979). En contraposición se podría mencionar Sicilia, que requiere riegos de
sólo 4.000 m³/ha/año o Nueva Zelandia, en donde muchos de los huertos de paltos
carecen de sistemas de riego, dependiendo solamente de las lluvias (PARTRIDGE,
1998).
La precipitación útil se define como aquella que
efectivamente se incorpora a la zona radicular del cultivo, excluyéndose por lo
tanto la que queda interceptada en la vegetación, la percolación a estratas más
profundas y la que se pierde por escorrentería. Debido a la dificultad de
considerar exactamente todos estos factores en la gran diversidad de
situaciones en la práctica, ESPILDORA et
al., (1975) sugieren que para precipitaciones reales mensuales
de 25, 50, 75, 100 y 125 mm el componente estimatívo útil mensual será de 24,
45, 65, 85 y 95 mm respectivamente. Sin embargo, depende de la forma en que
precipite, ya que si lo hace a lo largo del mes es distinto a que estas
precipitaciones provengan sólo de una o dos lluvias. También depende del mes de
la precipitación.
En base a estas relaciones y a la distribución de las
precipitaciones mensuales para el agroclima Quillota, es posible estimar que
para los 436 mm de pluviometría anual, el componente útil sería de 100 a 300
mm. De esta forma, para años “normales”
con pluviometrías medias de 436 mm al año, distribuidas principalmente
en los meses invernales (NOVOA et. al, 1989) los requerimientos
de un huerto de paltos tenderían a los 7000 a 9.000 m³/ha/año.
El efecto de las precipitaciones explica en parte, los volúmenes propuestos para Quillota por SALGADO (1990) de 3.500 a 4.500 m³/ha o (TELLO, 1991) de 3.200 a 4.100 m³/ha, pues para esta investigación, un volumen de 4.000 m³/ha habría alcanzado sólo para regar los tratamientos de 90% de ETc desde el mes de julio y hasta mediados de enero. Esto concuerda con lo establecido por BOZZOLO (1993), de que riegos anuales de 445 mm, pluviometrías invernales de 300 mm y una evaporación de bandeja de 1300 mm permitirían obtener niveles de producción aceptables.
Luego, hay que tomar en cuenta que el año 1998 fue el
más seco del presente siglo y que las lluvias debieran distribuirse
homogéneamente en los meses invernales en años normales. Por ello es posible
estimar que los requerimientos hídricos de un huerto de paltos para la región
de Quillota no debieran ser superiores a los 10.700 m³/ha/año en ausencia de
lluvias, para un sistema de riego por microaspersión, que considera una
eficiencia de aplicación del 80%. Esto bajo el supuesto que mayores volúmenes
(130% ETc) logren aumentar los retornos por hectárea.
Luego, la manera correcta de estimar las necesidades hídricas no es sólo conjeturando un volumen de agua por hectáreas en base a la evapotranspiración potencial, sino que relacionando este dato segmentado en forma mensual con la probabilidad de ocurrencia de lluvias en los diferentes meses, tanto en frecuencia como en intensidad.
4.9. Seguridad en el uso de la sonda de neutrones
Con respecto a la seguridad de la manipulación de la sonda de neutrones, es posible destacar la baja dosis recibida por el operador durante el ensayo. Según la Comisión Chilena de Energía Nuclear, organismo encargado del análisis del contenido de radiación acumulado por el dosímetro; la dosis acumulada en el período 3.8.98 al 18.11.98 fue de 0,24 mSv o 24 mrem, lo cual corresponde al 24% de la dosis máxima semanal sugerida por la OMS. Por lo tanto, es evidente que la radiación emitida por el equipo se mantiene en márgenes seguros para la operación.
4.10.
Conclusiones
(1)
Se valida el
uso de Bandejas Evaporimétricas y Tensiómetros a nivel de huertos,
especialmente en aquellos de tamaño medio a pequeño. En los huertos de mayor
tamaño, debieran predominar las Estaciones Metereológicas Computarizadas para
un riego eficiente.
(2)
El Coeficiente
de Bandeja debe ser corregido, especialmente en los meses de otoño e invierno.
Se proponen los siguientes Kb: Enero 0,75 – Febrero 0,80 – Marzo 0,85 – Abril
0,95 – Mayo 0,95 – Junio 1,10 – Julio 1,20 – Agosto 1,10 – Septiembre 1,00 –
Octubre 0,80 – Noviembre 0,80 – Diciembre 0,75.
(3)
El Coeficiente
de Cultivo, es muy bajo para los meses de otoño e invierno y posiblemente
también para los meses de primavera y verano. Se proponen los siguientes Coeficientes
de Cultivo (Kc) para el palto Hass cultivado en la zona de Quillota: Enero 0,72-0,75 – Febrero 0,72-0,75 – Marzo
0,72-0,75 – Abril 0,72 – Mayo 0,72 – Junio 0,72 – Julio 0,72 – Agosto 0,72 –
Septiembre 0,72 – Octubre 0,72 – Noviembre 0,72-0,75 – Diciembre 0,72-0,75.
(4)
Se estima que
los volúmenes de riego para una hectárea de palto para la zona de Quillota van
entre 7.000 y 9.000 m³ por año.